Marconi Trío, Pane-Rivas y el Quinteto Real

Del tango arqueológico al vigor de la tradición Las figuras rítmicas, acentos y variaciones melódicas que identifican al tango son con frecuencia presentadas en forma estática, al modo de una pieza arqueológica pero, a través de Néstor Marconi, el dúo Julio Pane-Hugo Rivas o el Quinteto Real -que comparten un ciclo en el Centro Cultural Torquato Tasso- asumen el vigor de un lenguaje vivo aunque remitan a aquella misma prosapia. Las tres formaciones evocan, con diferentes texturas y formatos, la evolución del género entre la ruptura de las formas danzables y primitivas de la Guardia Vieja y la concepción sinfónica de Astor Piazzolla. De este modo, Marconi Trío, Pane-Rivas y el Quinteto Real le dieron forma anoche a un concierto que se repetirá los viernes y sábados de mayo en el espacio porteño de Defensa 1575. El bandoneonista, orquestador y arreglador Néstor Marconi abrió anoche el recorrido musical acompañado por el piano de su hijo, Leonardo, y el contrabajo de Juan Pablo Navarro. El proverbial estilo del director del trío, visible en los arreglos de "Taconeando" o "Los mareados", se convierte en una plataforma para que, a través de pentagramas recargados, se exprese el virtuosismo del fueye. En el segmento más aclamado de su presentación Marconi enlazó secciones de obras de Piazzolla ("María de Buenos Aires", "Verano porteño", “Decarísimo", "Lo que vendrá") para desembocar en una versión completa de "Adiós Nonino". Continuó la noche otro bandoneonista, Julio Pane, que, con énfasis diferentes a los de Marconi y a dúo con la guitarra de Hugo Rivas, apeló a citas al legado musical de Pedro Maffia y Pedro Laurenz, dos pioneros del instrumento, para luego decantar en la tradición, superadora, de Aníbal Troilo. La clausura fue responsabilidad del Quinteto Real, la formación que alumbraron, en 1960, Horacio Salgán y el hace días fallecido Ubaldo De Lío. Su impecable formación actual congrega a César Salgán (piano y dirección), Carlos Corrales (bandoneón), Julio Peressini (violín), Esteban Falabella (guitarra) y Juan Pablo Navarro (contrabajo). El repertorio del Quinteto no arrojó sorpresas en sus títulos pero esa condición no le restó eficacia. Sobresalió la versión de "Canaro en París" con los diálogos que entablaron, en forma autónoma y, al mismo tiempo, al servicio del grupo, por el violín y contrabajo, por un lado, y la guitarra y el bandoneón, por otro. La noche se completó con clásicos como "Taquito militar", "Ojos negros" y composiciones nuevas como "Milongas y milongueros", con la califrafía de César Salgán, que desde hace tiempo se fueron incorporando al repertorio del conjunto. Si las formas renovadoras definen una forma de asumir la tradición, las expresiones que ofrece el ciclo del Torquato Tasso, por sí mismas, y también por las citas musicales implícitas que contienen, constituyen una estación musical inevitable. telam