¿Cómo se dio tu apertura hacia el tango?
Fue una música que siempre me gustó y durante los años que viví en Barcelona tuve la suerte de conocer músicos argentinos de tango; hubo un tiempo en que sin darme cuenta pasaba mucho tiempo con estos músicos, tomaba mate con ellos y los escuchaba hablar del tango y de Buenos Aires. Llegué a acompañarlos incluso pero sólo en reuniones pequeñas porque me daba vergüenza. De a poco fui grabando algún tango y luego ocurrió mi encuentro con Rodolfo Mederos; fue una propuesta de Ramiro Osorio, que dirigía el Festival Internacional Cervantino de México. Tuvo la idea de reunirnos sin saber siquiera saber de la afición que yo tenía por el tango y sin que Mederos me conociese.
¿Tu interpretación del tango era o es aflamencada?
Al principio tendía a hacerlo como un cantante de tango; no igual, claro, porque mi acento es diferente. Luego Mederos me dijo que le gustaba más cuando aparecía algún sonido flamenco. Y finalmente dejé de pensar en el estilo.
Me refugio en la temática y en el sentimiento de lo que estoy cantando sin ataduras de estilo; si no, sería algo forzado, un poco de mentira.
¿Harás tangos en Buenos Aires?
El director que me acompaña me propone que cante el tango Uno, uno de mis favoritos pero que nunca canté. Prefiero hacer otros que tengo más seguros: Sus ojos se cerraron, o Como abrazado a un rencor. Decidiré en el día si hago Uno; lo ensayaré y veré si estoy a la altura de una obra como esta.
¿Ya no vivís en Barcelona?
No, hace unos años elegí Sevilla y Andalucía, un paisaje con el que me identifico. CLARIN
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